Més Hay Festival. Segona part, i molt necessària!

Ho sabem! Anem tard! Disculpeu-nos!

Cal presentar-vos la segona part de la crònica de l’Hay Festival. És un text amb suc i bruc, que diu coses molt més interessants, per exemple, que el text de Sergio Vila-Sanjuán publicat al suplement “Culturas” del passat 4 d’octubre.

Llegiu-la perquè no us deixarà indiferents...

“Los festivales son, en cierto modo, como los museos: pierden la fuerza de su contenido, del arte, en beneficio del concepto, del almacén. Éste es peculiar, un festival concebido por y para la literatura, donde los protagonistas son el libro, los lectores y los autores, y en ese orden. El problema surge cuando los términos se invierten, se disloca su contenido y entran factores externos, o, mejor, que deberían ser externos, en la literatura. Y cambio la expresión porque no hay que ser ingenuos: el arte hace mucho tiempo que, de cara al exterior, perdió la esencia que le distinguía, su pureza, y se transformó en un producto de la sociedad en la que se desarrolla; esto es, en un fragmento de espectáculo. Y, por supuesto, en un fragmento muy pequeño, que sirve para rellenar las páginas de los periódicos, los espacios radiofónicos y, en algunos casos, los de Internet. Además, cumple otra función importantísima: dar una pátina de distinción a los que de él se ocupan, y, por ende, a los que miran a los ocupados. Y en este último apartado se encuentra la razón de que el Hay Festival vaya rotando de ciudad en ciudad, y que convoque a miles de personas en su origen, el pueblecito galés de Hay-on-Wye. A un millonario un tanto excéntrico (se usa esta palabra, pues otras son consideradas de mal tono, y no digamos el pensar que tras el invento había otras intenciones mucho menos claras) se le ocurre la idea de comprar (no literalmente, no en su totalidad, vaya usted a saber) una Aldeira perdida en el centro de Gales, entre colinas verdes, pastos y ganado vario. ¿Por qué? Porque quiere convertirlo en la cuna del saber, en una moderna Alejandría, o Toledo, o… póngase lo que se quiera. ¿Cómo? Simple: instala librerías en la mayor parte de casas del pueblecito. ¡Ahhh! Se convierte en el lugar donde hay mayor densidad de librerías por habitante. ¡Ohhh! Ya, pero, ¿se lee más? ¿los libros son gratis? ¿hay gente que eduque en los valores de la lectura? No. ¿Hay otros mecanismos que desarrollen el pensamiento, el razonamiento crítico, la clarividencia, la reflexión? No. ¿Hay, al menos, un intento por exportar esta táctica mágica de fomento de la lectura? Mira, esto… Hay… un festival, donde acuden escritores de renombre (¿un detalle?, ¿dónde está la promoción de la nueva literatura, de los nuevos lectores?, ¿es tanta la empatía que llevan años desarrollando que aún perdura?, ¿es?, qué mal pensado, venga, vale: ¿es un record Guiness?) para hablar (entre ellos; ah, no, que se permite la participación del público, de los de enfrente, sí, tú, sentadito ahí abajo), para que hablen de la LITERATURA, de SU LITERATURA, y de SUS LIBROS. Hay exposiciones, al margen, tan pobres. Hay puestos de VENTA de libros. Hay homenajes a los escritores muertos. Hay… un festival. Ah, pero puedes verlos por la calle, y, seguro, seguro, puedes charlar con ellos, tomarte algo y desvelarles agudamente el sentido de sus libros.
De cualquier modo, individualmente, y para el aficionado, es interesante escuchar a sus escritores favoritos. Unos cumplirán con las expectativas; otros, bueno, otros son escritores, y con eso basta. Pero podrás escuchar a Merino, Mateo Díez, Aparicio y Pereira contando historias como a la luz de las velas; a Amis discutiendo con Carmen Posadas (¡sí!); a un británico como McEwan conversar con el mejicano Villoro; a la entrañable Doris Lessing, reconociendo que escribir es lo único que sabe hacer en la vida (¡ah!); a Savater, Seth, Volpi, Keret y un largo etcétera (que me disculpen los humillados y ofendidos). Estamos que lo tiramos, oiga. Y también a Vila Matas y Eduardo Lago, en conversación bajo el sugestivo título de “La novela actual como campo infinito de experimentación y regeneración del género en nuestros días” (¡uf!), hablar, digo, no de abstrusos conceptos que los lectores serían incapaces de entender, no, no, no, sino de qué ciudad les gusta más, si Barcelona o Nueva York, o deleitándonos con la interpretación de sus sueños. Muy bien.
Un amigo me hablaba el otro día de la tombolización de la literatura. Bueno… La organización del Hay Festival ha manifestado su reconocimiento y agradecimiento al pueblo segoviano, por el recibimiento y la atención, por los servicios prestados, se dice, y se lo agradecerá trayendo el año que viene, otra vez, el festival a sus casas. Hay festival.”

Nosaltres no estarem mai a l’alçada, però seguirem treballant (“poc a poc i malament...”), per oferir-vos noves col·laboracions com aquesta, de NIVELL, no?

Ah, i si voleu dir la vostra, ja ho sabeu, pengeu algun comentari al bloc, que així les de Llegeixes o què?! anem alimentant la nostra fama!!!

A la foto, una llibreria de Segovia, de L. Fonollosa